Posiblemente «Decidir desde el SENTIR» debería convertirse en una premisa básica de nuestros días.
Anteriormente ya pusimos en en manifiesto lo importante que es decidir (fluir es decidir), que tomar decisiones nos hace movernos y transformarnos. Pero este punto que comentamos, «Decidir desde el Sentir» está, podemos decir, a otro nivel.
En el fondo, todos sabemos lo importante que es Sentir, Sentir cada vez más en nuestras vidas…, pues imagina que grande es Sentir para poder Decidir.
¿Desde dónde decidimos normalmente?
A veces, para tomar decisiones nos alejamos, nos abstraemos y nos apartamos completamente como si desde fuera pudiéramos tener mejor visión y entonces la mente analítica decide mejor para nuestros intereses. No nos damos cuenta de que muchas veces nos guiamos por esquemas de pensamiento que nada tienen que ver con nosotros o por lo menos con la realidad que queremos y nos es propia, la que nos hace vibrar en armonía. Quizá entonces primen los intereses económicos, o el que dirán, antes que otros factores que nos harían sentir en la vía de lo que nos es natural.
Decisiones impulsivas
Otras veces actuamos desde las entrañas, tomando decisiones de manera precipitada, casi refleja, especialmente cuando nos encontramos en situaciones de tensión, enojo, … y magnificamos nuestro «falso sentir» basándonos en emociones momentáneas y tomando por tanto también decisiones que no son las que realmente sentimos en ese rincón interior de verdad nuestra que son las que necesitamos.
Cuando hablamos de Sentir y Decidir lo estamos haciendo desde otra perspectiva. Empezando por la toma de conciencia del momento y la importancia de la propia decisión en si. Digamos que aparcamos las prisas y es entonces cuando nos planteamos y nos respondemos a nosotros mismos.
Siempre se ha de partir desde un estado de acompañamiento de paz interior y equilibrio que nos va a ayudar en el proceso. Nos va a aportar claridad en la decisión que tomemos y en la sensación que dicha decisión nos produce a nosotros. Una certeza que realmente nos aporta la tranquilidad de sabernos sabedores de la buena elección. No en vano confiamos en la vida y confiamos en nosotros mismos merecedores de la buena elección en nuestro propio camino.
Cuando decidimos desde el sentir, sabemos que formamos parte del flujo vital, que colaboramos conscientemente al buen funcionamiento de la rueda de la vida.
En próximos artículos ahondaremos sobre este tema tan importante.
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