En estos días donde el miedo y el caos se han apoderado de mundo, donde el desequilibrio ha abierto las puertas a la enfermedad en nuestro mundo físico, donde la vida se plantea como una supervivencia, como una lucha, es muy común escuchar la importancia de fortalecer el sistema inmune. Incluso, aquellos que han tomado conciencia de la profundidad y el alcance de la situación y contexto que nos rodea, se preguntan como fortalecer el sistema inmune espiritual para poder hacer frente este mal que de alguna manera nos ataca y que es origen de la desdicha en nuestra sociedad.

Sin embargo, cabe señalar, como en tantas ocasiones, debemos pararnos a Sentir y utilizar con sentido y alma las palabras. Es una de las maneras más eficaces de huir de los hechizos que nos dirigen y por tanto, nos controlan.

Pareciera que cuando pedimos «inmunidad» quisiéramos estar exentos casi por arte de magia, como si de un gran privilegio se tratara de tener que lidiar, corregir, cualquier mal que nos concierna. La «inmunidad» es eso, ser intocables, invulnerables, por decreto. Sin embargo, la fortaleza se da cuando tomamos conciencia, sin miedo, de la esencia de nuestro Ser y conocemos y comprendemos la realidad que nos rodea y entonces actuamos en coherencia y con la intención de enmendar, subsanar los errores y desequilibrios que nos conducen a la situación presente.

Ser conscientes del desequilibrio

No nos centremos tanto en evitar los síntomas, el conflicto, sino en darnos cuenta en que punto de desequilibrio nos encontramos y cual es el origen. La enfermedad del cuerpo, y si quieres también del ama, nos avisa de ese desequilibrio y nos invita a poner foco, en observarnos y observar el entorno.

Cuando meditamos tomamos conciencia de lo que se está creando en nuestro Ser, en nuestra Vida. Si partimos de una alimentación y modo de vida artificial, insana, será más fácil que enfermemos. Si partimos de una ofuscación, de unas mentiras que nos implican tener miedo y creemos lo que no somos, desempoderándonos, será más fácil que nuestra experiencia vital se presente repleta de desdicha. En realidad, la respuesta ante el caos y la enfermedad, la encontramos en la importancia de realzar el propio equilibrio. Cuanto más en línea estemos con el Sentir y la propia Ley Natural, más fuertes estaremos para impedir que lo malo e indeseable que nos rodea nos afecte.
Mientras más en eje estemos, más en coherencia vamos a actuar y más vamos a aplicar los dos grandes pilares del cuidado (sagrado femenino) y la defensa (sagrado masculino), y mejor vamos a sembrar armonía en nuestro alrededor y mejor vamos a establecer los límites al sinsentido, a la injusticia, al mal.

La serenidad, un factor clave

Vive desde la serenidad, la coherencia, la Alegría de Vivir a pesar de cualquier adversidad, la valentía de avanzar con la energía divina que nos hace plasmar el Sentir en nuestra existencia. Así, mientras más conciencia de nuestro Ser tengamos y la plasmemos en nuestro día a día, más «inmunes» vamos a estar ante los «ataques» de aquello externo desequilibrado, indeseable, …llámalo con los término que quieras, virus o diablos.

El ser conscientes de la Verdad, el tener la intención de crear con sentido, el avanzar con energía, con confianza nos va a proteger ante las inclemencias del mundo.

Si alimentamos nuestra luz y iluminamos a nuestro paso, vamos a difuminar la oscuridad con la que nos topemos. Nos convertiremos en agentes regeneradores.

Que no se nos apodere el miedo. No permitamos que nos atrape aquello que nos lleva a hacernos pequeños. Nosotros tenemos el poder de la elección.

Nuestro espíritu divino es inalterable. Sintámoslo.

Afrontemos las vivencias desde la serenidad. Volviendo a nuestro eje. A ese lugar donde respiramos la paz que nos proporciona la plenitud de vivir creando sentido.

Desde ese estado de Dicha en donde todos somos capaces de derretir con sonrisas la inconsistencia del devenir caótico y vamos a poder crear orden y luz y Verdad a nuestro paso.

Nuestra mejor inmunidad es ser nosotros en la máxima esencia.

En desplegar nuestro espíritu y no permitir que las interferencias del mal que nos rodea nimben nuestra capacidad de ejercer nuestra responsabilidad, creando un mundo mejor, desbaratando los planes caóticos, no colaborando con la sociedad disparatada y creando belleza limpiamos el áurea de nuestro mundo.

Despleguemos la Risa, la Serenidad, la Fortaleza, el Coraje, la Justicia, el Discernimiento, el Orden, el Amor, la Empatía. Llenemos de
Dicha y Sentir nuestra vida.

Ni los virus ni los demonios resisten ante la grandeza de un ser en equilibrio empoderado.

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Cuando te centras en llevar a cabo tu misión, en construir, en crear con plenitud debilitamos doblemente a ese caos, a ese mal, a esos seres (lo que quieras). En primer lugar porque estás desplegando tu propia luz, un energía muy poderoso y no nos olvidemos que centrándonos en crear y hacer las cosas bien estás dejando de colaborar que se propague el mal. Por lo tanto es muy efectivo, muy poderoso. NO CONSIENTO, YO CREO YO CREO, AUTORESPONSABILDAD,…

El mal nunca se va a apoderar de ti si tu no se lo permites. Recuerda en mantener tu escudo protector.

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La idea es que no tienes que permanecer pasivo, como si estuvieras aislado en una urna de inmunidad mágica y quedarte inmutable ante lo que pasa en tu entorno . Debes ser tu y actuar desde el Sentir para tejer de forma natural tu áurea de «inmunidad». Y más que tu áurea de «inmunidad», es remendar el áurea del mundo. Si el cuadro no te gusta, allí donde tu estés, haz que te guste.

Sin ser ni actuar desde tu Sentir, no puedes pedir ser «inmune» ni «inmutable».