Vivimos en un planeta repleto de mentiras, estamos rodeados de ella. Los acontecimientos de la «plandemia» del COVID-19 ha sido una bendición para que todo el mundo pueda ver la mentira que quiere someter a la humanidad. No obstante, una gran parte de la población ha sido incapaz de verla. La mentira nos hechiza, y nos genera una realidad del mundo que es ficticia. Eliminar las mentiras incrustadas que nos distorsionan la realidad es fundamental.Pero, ¿Cómo?
Es esencial entender esto: La mentira va ligada a la falta de coherencia.
Si falta la coherencia podemos estar seguros que hay mentira, hay oscuridad, hay confusión, hay miedo, no hay Sentir.
La mentira no solo se da por la palabra, sino también por los actos.
Deberíamos sentir siempre que somos honestos con nuestra causa, con la Verdad, desde el Sentir.
La mentira no es tanto lo que sale o no sale de mi boca sino lo que siento en ese momento. La intención y el alma que pongo al decir y también, no lo olvidemos, en el hacer.
Vivimos en un mundo de mentiras aceptadas. Mentir forma parte del «juego de la sociedad», un juego que va contra-natura, y contra la Verdad.
En general, solemos aceptar «las mentiras piadosas» como correctas socialmente, aquellas que conscientemente creamos para engañar «por su bien» a la persona que tenemos en frente. Sin embargo, si profundizamos, nos daremos cuenta que la intención, en la mayoría de casos, no es en el fondo un bien para esa persona, sino que seguramente la estamos en primer lugar juzgando y la consideramos incapaz de ocuparse de su propia verdad.
¿Acaso nosotros sabemos que siente o que necesita esa persona?¿O estamos prejuzgando en su lugar?¿Quienes somos nosotros para privarle de la opción de conocer, de saber?
Más bien, si nos analizamos, seguramente nos camuflamos de una «mentira piadosa» con la que supuestamente evitamos un daño o un mal a esa persona para evitarnos a nosotros mismos una situación compleja, un posible conflicto, etc.
El mal trago nos lo estamos evitando nosotros. Estamos actuando egoístamente y encima nos coronamos como «héroes de bondad».
Eso no quiere decir que no debamos tener presente el tacto y las maneras a la hora de presentar una verdad incomoda, que a priori, socialmente, se debería camuflar o revestir de una mentira piadosa.
Otro tipo de mentira aceptada por nosotros son las «verdades inamovibles o absolutas» que nos creamos para justificar muchas maneras de proceder o no proceder en nuestra vida, en nuestra actitud vital.
Esos pilares inamovibles son nuestras mentiras más arraigadas, las que se hacen una bola enorme sobre las que construimos nuestras vidas y por lo tanto no queremos tocar. Son nuestras creencias arraigadas que dotamos del poder de estar exentas de cualquier transformación.
Por otra parte, no siempre algo que podría entenderse como ficticio resulta ser en esencia una mentira.
Por ejemplo, ser capaz de construir un marco, una escena, una argumentación inventada para ayudar a que florezca la Verdad es en realidad buscar el equilibrio y es sanar. Sería comparable a cuando escribimos un relato para transmitir al lector una idea, una reflexión, o que nazca un sentimiento.
Es decir, no deberíamos únicamente centrarnos en las palabras y analizar si son verdaderas o falsas. Es mucho más importante analizar el sentido y la intención que subyace.
No puedo estar orgulloso de no mentir, quizás porque así creo que voy a ir al cielo si me callo algo que debería comunicar y por tanto falseo mi vida o la situación que sea.
Lo mismo si con mis actos contradigo mi palabra. Eso es mentir, porque demuestra mi incoherencia total.
Por otra parte, hay que tener en cuenta que es complicado poder definir si se miente o quien miente porque en realidad, como ya hemos comentado en alguna ocasión, no hay una percepción de la verdad única. Por tanto, no juzguemos. Más bien seamos conscientes que solamente podemos utilizar nuestro filtro, el del propio Sentir y hay no hay engaño posible para saber si nos saboteamos, si nos auto-engañamos a nosotros mismos en nuestra vida.
Tampoco es mentir si conscientemente y con un propósito positivo actúas alentando y esforzándote en una actitud nueva para demostrarte a ti mismo quién quieres ser. Si te propones y te esfuerzas en sonreír por ejemplo, no estás fingiendo, no te engañas, más bien empiezas a poner tu intención en marcha para dar tus primeros pasos plenamente consciente hacia tu objetivo vital.
El consejo es pues ser lo más coherentes con nuestro sentir, sincerarnos con nosotros mismo y reconocernos como lo que somos. Darnos cuenta si hemos cambiado y seguimos representando el mismo papel, si callamos y otorgamos más de la cuentas cuando no deberíamos, si mentimos piadosamente para evitarnos algunos conflictos que no queremos reconocer. Y también, llegado el punto, darnos cuenta si somo activos en ayudar a que florezcan las verdades ocultas y ayudamos a sanar las relaciones y la sociedad contribuyendo e incluso ideando episodios, sembrando momentos y situaciones para que se deshagan entuertos y mentiras anquilosadas.
No le temas a la mentira. Teme a la incoherencia.
La coherencia es la mejor manera de ser transparente con tu verdad.
!ALURA! La magia de la Vida está en la Alegría del Corazón.
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