Lo sagrado, lo divino forma parte de nosotros. Nosotros somos seres sagrados y divinos.

 

Sin embargo seguimos diferenciando entre nosotros y Dios o de la Inteligencia Universal,… o como le quieras llamar, entre nuestra vida y lo sagrado, y nos olvidamos que nosotros mismos y la Vida merecemos la atención y respeto que conferimos a lo sagrado, a lo divino.

La creencia de que somos impuros.

Creemos en la separación. Creemos en que somos inferiores. Mostramos un respeto «magnificado» (impuesto) para con lo sagrado y divino. Lo tachamos de intocable, inmaculado. No merecemos contactar con ello si no estamos limpios y puros. No nos damos cuenta que la conexión con la pureza, con la esencia forma parte de nosotros.

Hacemos rituales carentes de sentido muchas veces. Somos protocolarios. Nos quedamos en la forma más que en el contenido o la intención.

Nos quedamos con el respeto externo que solo nos sirve para cumplir.

La Vida es sagrada. Tu y yo somos sagrados. Todos los momentos, en potencia, son sagrados porque forman parte de la divina esencia.

Ampliemos el término sagrado en nuestra vida: cuando haya conexión con el ser esencial, cuando nuestra alma aflore en nuestro día a día, cuando tomemos un respiro para tomar conciencia de quienes somos, cuando paremos a tomar una decisión importante,  cuando notemos que nos conmovemos por una experiencia que nos impacta, cuando ríes a carcajada suelta, todos ellos son momentos sagrados.

Sintamos nuestras manos como dedos de Dios, del Gran Espíritu, de la Inteligencia Universal, como le quieras decir. Veamos la belleza del mundo como templo divino que es.

Los falsos sacrilegios

No es un sacrilegio poner flores a tu retrato, para honrar y agradecer quien eres.

No es sacrilegio participar en la comunión de una misa sin haber antes confesado, si tienes la intención pura.

No es sacrilegio conectarte con los registros akashicos por haber comido, si tu cuerpo necesita alimento para funcionar 100%.

No es sacrilegio viajar chamánicamente por tener la menstruación.

Y tantos y tantos otros falsos sacrilegios impuestos…

Todas estas connotaciones, normas, dogmas tiene que ver con las creencias de la propia impureza. Implícitamente te están separando de la vida, de lo divino, de tu propia divinidad como Vida que eres.


La importancia de la atención y la intención en generar tu momento, tu espacio sagrado.

Es verdad que toda celebración, todo encuentro, merece una atención especial y una dedicación, una preparación.

Está bien, si así lo sientes, preparar tu momento, el lugar de conexión con la esencia, con rituales que te indiquen que estás preparado y con ganas de sentir tu espíritu, tu esencia. Con rituales que te ayuden a centrarte y serenar y acallar tu mente, tu respiración, tu cuerpo,… Siempre siguiendo lo que sientes, no como un automático o una norma a seguir a rajatabla.

No sirve una oración cantada o «vomitada» de memoria si no lleva con ella una intención.

No confieras magia y poder a los objetos. Estos se vuelven sagrados a partir del alma que pones tu mismo en ellos.

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