Hemos olvidado nuestros orígenes y abandonado la conexión con la naturaleza, de ahí nacen la mayoría de nuestros males físicos y mentales, y es nuestra fuente primigenia de armonía y dicha.
¿Cuando fue la última vez que estuviste rodeado de naturaleza siendo consciente de ello, consciente de su belleza, gozando de ella?
¿Cuando fue la última vez que te sentaste debajo un árbol y sentiste en tu espalda su presencia, su energía, su soporte gratuito?
¿Cuando fue la última vez que miraste al cielo y fuiste consciente de las formas de sus nubes, del calor del sol, o te quedaste ensimismad@ con el fluir del aleteo de los pájaros o de las mariposas?
¿Cuando fue la última vez que te fundiste en un baño de estrellas y viajaste a hablar con tu estrella guía?
¿Recuerdas en esos momento lo que sentiste, lo que pensabas, lo que hacías,…?
¿Cuanto dedicas en tu día a día a revivir esas experiencias, a reconectar con la esencia de la vida?
Todo es mucho más sencillo de lo que lo que creemos o nos han hecho creer.
Propuesta de ejercicio para RECONECTAR CON LA ESENCIA DE LA VIDA ( 5 minutos).
– Después de pasear y sumergirte un rato en la naturaleza viviente, párate y toma conciencia de tu entorno, siéntete entre el cielo y la tierra.
– Siente la tierra bajo tus pies; siente como la tierra te carga,y te sostiene.
– Siente el cielo infinito sobre ti; te inspira; te mejora; te eleva.
– En el cielo piensa en el origen de tu conciencia y de tu inteligencia.
– En el cielo, piensa sobre el origen de tu existencia eterna, de la más elevada conciencia universal.
– En la tierra, piensa en el origen de tu existencia terrestre, de tu conciencia individual.
– Siéntete como un puente entre las fuerzas del cielo y de la tierra, de lo creado y de lo que está por crear.
– Arrodíllate en la tierra y con tu mano derecha cava un pequeño hoyo. Saborea la tierra. Huele la tierra. Mira la tierra.
– Coloca las dos manos juntas sobre tu pecho, con la intención de unir en tu interior el cielo y la tierra.
– Manteniendo la intención, deja que fluyan las emociones dentro de ti, y pon atención en observarlas, en sentirlas.
– Imagina una luz diamantina, transparente como el agua pura. Inclínate con todo el amor que puedas tener en ese momento sobre la Tierra y coloca las manos alrededor del pequeño hoyo.
– Inclínate sobre la tierra y coloca la boca entre tus manos. Ofrécele con tus palabras a la tierra el agradecimiento del cielo a la Madre Tierra. Ofrécele el agradecimiento de tu corazón.
– Pronuncia y siente las palabras: «Madre Tierra, yo te ofrezco mi agradecimiento con todo mi corazón y a través de él del corazón de todos los hombres y mujeres. Que todos los seres que llevas en tu seno protejan. nutran y bendigan todo lo que crece.»
– Acuéstate después sobre la tierra y fúndete sobre ella. Que tu cuerpo y conciencia sean uno con la tierra.
-Piensa y di: «Madre Tierra, elimina todas mis enfermedades, mis errores según tu voluntad y bendíceme para que pueda llevar acabo aquello que es voluntad de mi espíritu, para mayor bien de todos los seres vivientes.»
– Mantente en comunión, en silencia, mientras dejas que la tierra te purifique completamente.
– Ponte nuevamente de rodillas y coloca tus manos frente a la rosa solar del corazón.
– Piensa en tu espíritu, siente tu alma y di con fuerza vital y gozo: «Con amor y gratitud, te ofrezco mi amoroso agradecimiento lleno de luz. A la Madre Tierrra, gracias; al agua de la vida, gracias; al precioso aire, gracias; al fuego sagrado, gracias; a los minerales, gracias; a las plantas, gracias; a los animales, gracias; a la humanidad que camina por el sendero de la evolución, gracias; a todos los seres espirituales, gracias; a la inteligencia cósmica que creó mi pensamiento, gracias; al oceano de amor que creó mi sensibilidad,gracias; a la vida universal que impregno mi futuro con la semilla de la individualidad, gracias; a todos los seres del mundo, doy las gracias en Él, la única Fuente que unifica a todos los seres en su origen y propósito».
– Cruza los brazos sobre tu pecho, alza tu cabeza hacia el cielo y después inclinala ligeramente y pronuncia la palabra de cierre: «Amen».
– Entonces, rellena de nuevo el agujero que cavaste para hablar con la Madre Tierra, madre de tu mundo actual.
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