Tiempo de lectura aprox: 6 min.
El primer paso para habilitar un corazón valiente es Sentir. La primer valentía es mirarse cara a cara a quienes somos en realidad. Una respiración profunda, nos calmamos y nos ayudamos a centrarnos.
Un corazón valiente ha de ser en primer lugar un corazón calmado, sereno, que pueda abrirse al Sentir, a la reflexión.
Debemos pues tomar conciencia de que tenemos que pararnos a Sentir, a tener un encuentro con nosotros mismos. Desacelerarnos de las prisas, de las angustias, de los temores, del exceso de ‘desinformación’.
Una vez calmados, deberemos darnos permiso para escucharnos. Un corazón valiente en primer lugar ha de ser escuchado. En esa situación, debemos preguntarnos que anhelamos, que nos atemoriza, que nos impide actuar, o que nos empuja a hacer lo que hacemos y si tiene sentido. Ser valiente no es lanzarse a combatir gigantes sin más. El corazón valiente no es temerario. Para construir un corazón valiente debemos conocernos, debemos saber. debemos comprender la situación, entender de donde viene el miedo que debemos abordar, comprender sus causas.
Puede que sean reales, puede que sean fruto de nuestra imaginación o incluso de nuestro adiestramiento. ¿Qué nos dice nuestro corazón en conciencia?
A partir de ahí debemos empezar a ejercitar nuestra valentía. Siempre hay que dar ese primer paso que va ligado a la decisión.
Es así de simple. Un corazón valiente es un corazón que decide tras Sentir la verdad, la de sus miedos, la de su Ser, la de tomar las riendas de su vida. Asumir que su responsabilidad es elegir desde el corazón y hacerlo acorde al Sentir.
A medida que somos más valientes y pasamos a la acción, nuestros monstruos se empequeñecen y nuestro sentimiento de libertad aumenta. Y es así, un corazón valiente es a la vez un corazón más libre.
Si nuestros miedos son infundados y no se sostienen, sentiremos un gran alivio al quitarnos el yugo que nos estaba dirigiendo y empezará a germinar nuestra fortaleza de espíritu.
Si nuestros miedos tienen una base real, y aún así decidimos enfrentarlos en coherencia con el Ser y aplicando la conciencia, vamos a vislumbrar estrategias y posibles vías de avanzar, pues los corazones en valentía sienten y se permiten la libertad de fluir con la creatividad para alcanzar las metas, con la fuerza del empuje vital que conlleva el saberse ligado a la verdad de lo que uno es.
No se trata de ser superhéroes, sino de Ser nosotros en esencia, en nuestro día a día. No hacer grandes gestas, sino mantenernos firmes a la verdad de nuestro Sentir y ser capaces de realizar pequeñas acciones cotidianas. Si tienes presente tu coherencia con el Sentir vas a tener retos constantes de valentía en tu día a día. Es tu decisión superarlos, estás preparado para hacerlo.
Haz la prueba.
Marca los límites. Práctica todo lo que puedas el ‘No Consentir‘ ante una propuesta indigna o sinsentido.
Atrévete a ser tú, a no seguir las directrices de las modas: muestra tus canas, viste como quieras, lanza al fuego los tacones,…
No te cortes en dar tu opinión, en mostrar tus sentimientos si son sinceros a compartir tus ideas aunque rompan moldes.
Sincérate en decir: ‘no sé’. Se transparente y muéstrate vulnerable. Somos humanos y no somos infalibles y nos equivocamos. Descarguemos así a uno de los mayores miedos, el del fracaso, el del que dirán.
Para enfrentarse a éste de una manera sencilla, canta en público, sonríe y saluda a gente aunque no la conozcas, ¡exponte!…saca sonrisas y no temas al ridículo.
Un corazón valiente sonríe y se ríe. La risa desempodera el miedo.
Practica la confianza. Mírate en el espejo. Verbaliza en voz alta que sientes, que temes, que anhelas, que vas a hacer,…
Ponte un pequeño reto que te demuestre que eres capaz de cambiar, de hacer cosas diferentes como muestra del gran cambio que necesitas llevar a cabo.
Una práctica muy poderosa es adentrarte en la noche. La oscuridad desata nuestros miedos. El no ver, el no saber, el pensar que todo lo malo, los monstruos van a venir a por nosotros. Hacer un pequeño paseo por un bosque a oscuras, con pausa, dejando que nos invada todo lo que tememos, desde la incertidumbre, las palpitaciones. Aprovechar para reflexionar sobre lo que nos viene y hacer el ejercicio que hemos comentado: párate, ponerte en calma, ver como te sientes, localizar tus miedos en tu cuerpo físico, observar el bombardeo de pensamientos, reflexionar sobre los miedos, si son infundados o reales,.. y decide si sigues avanzando ante la incertidumbre, o si buscas recursos para avanzar (por ejemplo una antorcha).
Todo cambia cuando pasas la prueba
Cuando superamos la prueba, es una inyección de vitaminas para recordar en el momento en que nos vayamos a enfrentar a la incertidumbre de avanzar en la vida real, cuando libremente decidamos elegir un camino escogido.
Aunque no sepamos a donde vamos a llegar, ya lo estaremos transitando con un corazón impregnado de valentía.
Recordemos que un corazón valiente no es de que manera irreflexiva e impulsiva se lanza al abismo aunque parezca que sea por una causa noble.
Lo es aquel que entendiendo sus temores y miedos toma una decisión, consciente de saber las implicaciones que conlleva, y lo hace con coherencia, libertad, responsabilidad y alegría, en base a su Sentir.
Un corazón valiente crea y da luz a la Verdad.
Realmente vuestras palabras son muy inspiradoras. Cuando leo este artículo siento que me empodero y salgo renovada y con más ganas de superarme. Porqué la impresión de vuestras palabras es que en realidad es sencillo plantarle cara al miedo con tan solo tomar una decisión y hacerla. Luego, a la hora de la verdad, cuando aparece el miedo, no es tan fácil. Hay personas que se bloquean y de paralizan, se dejan empequeñecer por él, aún siendo conscientes de ello. Dar un paso para pisar este miedo y crecer tu, aunque sea uno pequeño, para muchos es enorme. ¿Por qué dudamos y dejamos atrás nuestro empuje vital cuando el miedo se abalanza hacia nosotros y nos paraliza si sabemos que dando un ‘pequeño’ (enorme) paso nos empezamos a empoderar? Qué nos puede empujar a dar este paso necesario si nosotros mismos no somos capaces o aún no estamos lo suficientemente preparados?