Se acabó el tiempo de los dogmas, de las doctrinas, de los grandes líderes que marcan el camino a seguir, que aglutinan al gentío de seguidores y los uniforman con un mismo devenir, con un mismo proceder. Se acabó el tiempo de los falsos Gurús. Gurús que hablan y hablan desde la teoría, desde la fantasía, que te alejan del mundo real.
Ahora se inicia la época de la realización personal, de encontrar la misión, desarrollar los propios dones, el realizar el camino con alegría y valentía al encuentro de la propia realización y libertad personal. Es la hora de los Guías, guías terrenales, guías de Gaia, guías de vida, que ayuden a materializar el anhelo del espíritu en su encarnación en la Tierra.
Que entiendas la diferencia entre un gurú y un guía es esencial. Porque aunque toda la sabiduría está en nuestro interior, muchas veces buscaremos la ayuda en nuestro exterior. Y no es malo hacerlo,…pero hemos de saber discernir y elegir bien.
Aclaración: Cuando hablamos de gurú, nos referimos al «falso gurú», que tantas veces confundimos con un verdadero maestro. Y nos referimos a los falsos gurús presentes en tantos diferentes estamentos de la sociedad: gurús espirituales, gurús religiosos, gurús de la ciencia, gurús políticos, gurús ecologistas, gurús…
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Al gurú lo vemos magnificado mientras que el guía nos es cercano y accesible. El gurú está tildado de sobrenatural, poderoso, diferente, incluso exótico añadiría, de ahí que utilicemos ese término en lugar de Maestro que podría ser más nuestro.
Al gurú le cedemos la autoridad, mientras que al guía respetamos con confianza.
El gurú hace «magia» con las palabras y su mensaje es ley, no hay opción al dialogo. Mientras que el guía te orienta y eres tú quien tiene la responsabilidad y realiza la acción y creas el resultado.
El gurú pareciera que ha sido «el elegido», «iluminado» por ser mejor que uno mismo. El guía se ha ido haciendo a si mismo, superando obstáculos, puliendo, de hecho, sigue haciendo camino pero es capaz de orientarte, pues haciendo camino con prueba y error, conociendo las dudas y los posibles baches, puede empatizar contigo y aportarte luz.
Con el gurú solo hay una vía que te empuja a seguirle con él delante, sin replantearte nada más.
El guía se convierte en compañero de camino, en insuflador de energía, para que tú seas el protagonista y no seas un agente secundario como en el caso del gurú.
El guía te invita a tejer tu propio camino en compañía de otros, quizás, pero de tú a tú, dejando aflorar tu Ser, tu Sentir, tu grandeza interior, mientras que el gurú te empequeñece, a su lado eres poca cosa, es inalcanzable para ti, te mueves a golpe de su dictamen, en realidad os movéis en rebaño.
El gurú sin su rebaño no es nada, pierde poder, necesita estar rodeado de su grupo incondicional que lo enaltece constantemente. Con el guía, la comunidad, toma fuerza, porque cada individuo toma fuerza, aportando con lo que es. Con el guía, con su experiencia, consejo y apoyo, tú mismo te convertirás en un guía. El gurú por su propia cómoda esencia te impedirá a ti mismo realizarte y crecer, jamás consentirá que estés a su nivel.
El gurú te corta las alas mientras que el guía te enciende la chispa para el despegue.
Con el gurú te infantilizas eternamente. Con el guía maduras rápidamente.
Con el gurú te quedas en la falsa comodidad de la mediocridad, del no destacar, de no asumir la acción personal, la no responsabilidad, silencias la voz interior y asientes o mejor consientes con todo aunque vaya en contra de tu Sentir y naturaleza. Nos disciernes ni eliges, porque solo dependes de la elección determinada por el gurú. Pierdes tu libertad y tu libre albedrío creativo, que es la esencia del Ser y de la Vida.
El guía te moverá a que tomes acción, elijas, te atrevas, te escuches, te alinees con el Sentir y aprecies el escoger con sabiduría, con la que te encuentres al realizar tu propio camino (te vas haciendo sabio practicando).
El guía se alegrará de tu éxito, de tu armonía, de tu empoderamiento, de tu plenitud. El guía, el verdadero maestro de vida real, del espíritu en acción, será más feliz mientras tú más brilles.
El gurú intentará mantenerte sumiso, dócil, temeroso, para que siempre dependas de él, de su mensaje, de su doctrina, sin que te separes de su regazo, para moverte según su conveniencia como un peón (alimentando su ego y de paso, a lo mejor, su bolsillo).
¡Ay de maestro que no se alegra del crecimiento y la partida del alumno realizado! ¡Cuánto ego muestra y que poco valora y cuanto descuida su propia misión!
No hay nada más bello que ayudar a desplegar las alas aquel que las tiene adormecidas.
Recuerda, eso sí: No hay mejor guía que tu guía interior.
Aprende de quién te habla desde el corazón, con valentía, porque a madurado haciendo el camino, porque sus pisadas rezuman espíritu y armonía.
Y huye del que te mira desde arriba, te oprime, te limita, sin darte opción a escoger, equivocarte, o que te suelta reprimendas o no te acoge si te has desviado de su camino.
Huye del dogma «o estás conmigo o estás contra mi«.
La vida es un flujo, lleno de vaivenes, de ciclos.
Con el guía, quizás en un momento dado te reencuentres en el camino, y entonces sea tu luz la que guíe sus pasos.
Nuestro consejo: Aléjate de los falsos gurús pues tu energía se va ver reducida, tu luz cegada, no vislumbres hacia afuera, mira hacia adentro para descubrir el máximo poder y talentos que ya posees.
Observa, discierne, disiente, y recoge la sabiduría que te brinden los guías que puedes encontrar, si buscas, en tu camino. Aquella sabiduría que vibre en coherencia con tu Sentir y avanza con paso firme, sintiendo que tú mismo estás forjando tu maestría interior y proyectándola en tu día a día.
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