Ojo al Mantra: ¡YO SOY ASÍ!¡NUNCA CAMBIARÉ!

May 2019

Tanto si lo escucho como si lo digo, mucha atención con el Mantra:¡Yo soy así, nunca cambiaré!

O lo que es lo mismo: ¡Yo estoy por encima de todo! ¡Y los demás no me importan lo más mínimo!¡No hay nada que merezca mi atención más que mi YO!

Puro egoísmo, egocentrismo.

En realidad estoy diciendo que no pienso dar el mínimo paso para adaptarme.
Tengo el absoluto convencimiento de que lo que hago es lo mejor, lo que a mi me gusta, aunque esté equivocado o me haga daño actuar como lo hago.

Mi ego es tal que no permite la crítica y me centro en la falsa excusa de que no está en mi mano cambiar. En realidad no deseo cambiar.

Porque si fuese la opción de que realmente sintiese que algo falla, que no sintonizo, y me gustaría Ser/actuar de otra manera, lo vislumbro en mi interior y digo: «Nunca cambiaré» pero con convicción derrotista, lo que hago es afirmar mi falta de poder para movilizarme y dirigir mi vida. Pero éste no suele ser el caso habitual, sino el primero, el que tiene el EGO engordado, y al decir que ¡Nunca cambiaré! está reafirmando su pedestal, anclándose en esa imagen idealizada de uno mismo que incorpora defectos a sabiendas y que además se enorgullece.

Si al ¡Yo soy así! le acompañasen argumentos en lugar del ¡nunca cambiaré!, un ¡Yo soy así! encogiendo hombros, con una sonrisa, con un toque de humildad, pero la coletilla de ¡nunca cambiaré! (nunca querré cambiar) indica una falta de consideración con todo lo externo y con el flujo natural de crecer y adaptarse y reconducirse que se produce en toda vida. Es buscar simplemente una excusa para hacer constantemente lo que a uno le da la gana y le satisface, extralimitándose y no en el sentido positivo a hacer caso al Sentir propio, pues hay límites que dañan el compartir vitalmente.

El ¡Yo soy así! es en realidad un lastre que me va a impedir mejorar, pues me estoy negando a conocer mis mejores versiones. Me quedo con una y basta. El resto del mundo que se aguante y se postre a mis pies.

Falta de voluntad, falta de empatía.

Si el ¡Yo soy así! para justificar algo dañino, negativo, fuese acompañado de un ¿Y qué podría hacer para cambiar, mejorar? sería indicativo que se ha analizado el tema en profundidad y se ha reconocido que hay algo propio que hace aguas. Pero el ¡nunca cambiaré! afirmado, se alza como lema, como estandarte del propio orgullo. Este tipo de actitudes son muy destructivas, no solo para el entorno, sino para la propia persona, que acaba perdiéndose como el mismo narciso, que de tanto mirarse el ombligo, acabó ahogado.

En la mano de cada uno está el poder decidir, siempre y en todo momento, que hacer, hacia adonde ir y hacia a donde SER. No nacemos de un molde inamovible, pero para darnos a la forma deseada, es evidente que requerimos de un mínimo y, a veces un importante, esfuerzo. Y la problemática del que dice ¡Yo soy así, nunca cambiaré! es que vive en la comodidad del no tener que mover ni un ápice.

Actitud vaga, actitud cobarde, pues pasa la responsabilidad de la concordia y la relación a los demás.¡El que quiera, que me aguante!.

La vida no es un capricho, no se mueve todo a mi antojo. Yo me adapto a ella. Yo soy consciente de que me transformo y crezco. Quizás ya no soy el niñ@ que era. Que pedía y recibía sin cuestión, sin negativa. Que interpreté que cualquier deseo eran órdenes para los demás. Y no estaba acostumbrado a las contrariedades, ni a superar retos, ni a esforzarme.

Para avanzar en la vida hay que sobreponerse a los escollos, hay que crear, corregir, idear…y por supuesto compartir y aceptar que uno, a veces, no puede…todavía, o no está suficientemente preparado y el reto consiste en mejorar con voluntad, autodisciplina y buen ánimo para cambiar a mejor.

Pero, nunca, nunca, nunca decir ¡Yo soy así, nunca cambiaré! sino «Yo soy así…» o mejor «Yo actúo así, pero no me gusta, quiero aprender de otro modo, a actuar de otro modo y ESTOY DISPUESTO A CAMBIAR»

El «Yo Soy» no existe. Se transforma constantemente en el tiempo, en busca de su mejor versión. No lo acotes. No lo ates.

Rompe el cascarón y crece. Se honesto contigo y con la vida.

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