Es la hora de los Quitacuentos

Jun 2022

Vivimos en un cuento contaminado. En nuestro cuento el narrador se ha apoderado de los personajes y en su locura les hace danzar malévolamente como peones en el campo de batalla, disponiéndolos hacia un destino fatal por mero entretenimiento.
Nuestro cuento es una maraña de cuentos, con argumentos insostenibles, que requieren de una fe ciega para que la historia avance, sin pensamiento, sin discernimiento, sin Sentir.

Los personajes, meras carcasas huecas, que bailan al son de sus amos, los dueños de esta historia, de este guion que no nos pertenece.
Hechizado, marionetas sin alma, que siguen las directrices macabras de este cuento irreal, dañino y perverso, sin sospechar que el cuento es falso y como tal lleno de falsedad sus vidas y su propósito, convertido su propósito en un despropósito vital.

Gran hazaña de aturdimiento colectivo y por ende del propio individuo que nace bajo el influjo de una gran mentira que le empuja a hacer caso omiso de su propia luz, de su propio Sentir, de la chispa divina que arroja verdad y descubre el sentido, que desnuda al alma mostrando su esencia, que derrite las capas de escombros que nos modelan para ser quienes en realidad no somos.

Cuando por un instante percibimos la luz de la verdad, la luz esencial, dejamos de contar para el cuento, el tiempo se para y nos descubre el verdadero valor del espíritu y restituye el equilibrio y el discernimiento. La claridad de esa luz desenmascara las patrañas que nos rodean y de repente la historia de la que formamos parte cojea, pues es una historia tan rocambolesca que hace aguas por doquier. Es increíble que nunca antes hayamos puesto en duda las consignas esperpénticas tan alejadas de la realidad que rigen los principios en los que se basan nuestro día a día.

El cuento o maraña de cuentos se ha hecho tan grande que nos ahoga. No es un cuento de historia con final feliz. Es un cuento de burla, que se ríe de sus personajes, los maltrata, los aniquila, los despersonaliza y los vuelve ruines convirtiendo su devenir existencial en una pesadilla.

El problema de nuestro cuento existencial es que lo tenemos tan arraigado que cuando nos vamos desenterrando cada una de las raíces mentirosas que nos atrapan sentimos un vacío, una angustia de nos saber donde pisar, de desconfiar de todo, de incertidumbre, que a priori no resulta agradable, pues no es agradable que todo se tambalee y descubramos que estamos en un escenario ficticio que todo lo que creímos es falso. De ahí que muchos no quieran salir de la hipnosis y que cuando aparece un Quitacuentos, o lo que es lo mismo un buscador de la verdad que retoma su poder y muestra la mentir ante el mundo resulte demasiado doloroso y sea rechazado.

Pero cuando te conectas con la Verdad de tu ser y ves la verdad con tus ojos, eres un Quitacuentos por naturaleza y lanzas tu voz contra la mentira. Esos momentos de fluir de la verdad son verdaderos momentos sagrados, de reequilibrio y sanación. No los rehuyas y siente la grandeza de tu alma y tu proceder.

Un Quitacuentos es un Ser franco, un corazón valiente que pule almas y da brillo a la vida, que derrumba la podredumbre que nos atrapa.

Solo cuando un alma conecta con su Sentir y con la dicha de vivir, es capaz de enfrentarse a la verdad y desmontar la mentira. Una vez eso pasa no hay marcha atrás. Es la punta del hilo que te va a hacer desbaratar la madeja, desmontar la trama absurda que ahora cada vez con más claridad se muestra inaceptable.

Querido lector, es la era de los Quitacuentos. Nosotros somos Quitacuentos. Nuestro momento ha llegado, de no silenciar, de ser valientes, de brillar.

¿Quieres brillar con nosotros?¿Quieres convertirte en el Quitacuentos que eres en esencia?

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