Es esencial ejercitar el auto-observador para tomar consciencia de nuestro Ser, de nuestra esencia, de que somos más de lo que aparentamos. Somos más de lo que vemos, percibimos, sentimos y pensamos.

Somos conciencia divina. A veces pasamos tan de puntillas por este mundo, sin dejar huella de nuestra esencia, sin libertad, sin control, sin aprendizaje, sin tomar acción consciente.

Lo primero que debemos hacer es darnos cuenta que dentro nuestro hay algo más, algo profundo, algo esencial que somos nosotros y nos llena de plenitud y sabiduría cuando conectamos con ese Sentir.

Para ello, como siempre decimos, debemos pausarnos y aprender a observar. Empezaremos por aprender a prestar atención a lo externo. Aprender a observar el mundo exterior de forma pausada. Mirar, tocar, oler, escuchar, sentir, con otra mirada, con otra atención.

Aprender a fijarnos en los pequeño detalles y que nos provocan. Darnos cuenta si alguna vez nos habíamos fijado en ese detalle antes, que quizás siempre estuvo allí, que nunca reparamos en él, por qué no lo hicimos y ahora si, cómo me siento al observar,…

El segundo paso es acostumbrarse a observar agudizando los otros sentidos. Cuando cerramos los ojos, ¿soy capaz de percibir otros sonidos?¿De intuir quizás?

Lo importante es ir creando un dialogo interno acerca de mi experiencia de observación. Una opción muy buena, también con los ojos cerrados, ya no solo percibir, estar atentos, escuchar lo que hay ahí fuera, sino empezando a fijarnos en nosotros mismos, en nuestro cuerpo, ¿Dónde siento presión?, ¿Cómo es mi respiración? ¿Mis latidos?¿Me duele alguna parte?

Importante buscar esos espacios de pausa y observación consciente.

Deberemos poco a poco ir ampliando nuestro campo de observación.

¿Y si añadimos a nuestro observador a las relaciones?

¿Cómo actúo cuando estoy en grupo?¿Adopto una actitud diferente?¿Me río aunque me encuentre mal ( o al revés)?
¿Estoy a la escucha?¿Actúo pasivamente?¿Cómo me siento?¿Querría hablar y no hablo?¿Acaparo la atención?¿Hay gente con la que actúo de otra manera?

Para reforzar el proceso y tomar consciencia podríamos acompañarnos de un pequeño diario donde ir anotando todas estas reflexiones, este sentir.

Cuando empiezas a realizar este ejercicio, empiezas a salir del automático y pasas a un nivel más consciente, más de autocontrol.

Observar tus pensamientos

Después deberemos ir prestando atención a nuestros pensamientos. ¿Hay algunos recurrentes?¿Son negativos?¿Me resultan quizás dañinos?¿Son buscadores/generadores de excusas?

Date cuenta que también al observar tus pensamientos te empiezas a dar cuenta que tú no eres tus pensamientos. Este paso es clave para aumentar el nivel de conciencia de quien eres en realidad.

Así, con estos ejercicios, sin darnos cuentos estaremos empezando a mirar hacia el interior. Es aquí donde nos interesa aprender a llegar.

El momento de transcendencia con la auto-observación

Es revelador darnos cuenta que somos más que todo lo que nos rodea: que nuestro cuerpo, nuestras relaciones, nuestros pensamientos. Es un momento de transcendencia a partir del cual podemos intuir y a partir de ahí a tener la certeza (que ese es el objetivo) de que tenemos el control, somos los que dirigimos nuestro avatar.

Imagen de Okan Caliskan en Pixabay

Si somos capaces de detectar aquellos comportamientos que hacemos en automático, por costumbre, aquellos pensamientos que nos acobardan, nos roban la energía, aquellas relaciones que nos someten, podemos decidir actuar de otra manera, ir modificando poco a poco nuestra forma de enfocar la vida y nos vamos a liberar, vamos a empezar a comprender porque nos encontramos mal, e incluso como físicamente repercute en nuestra salud.

Cuando nosotros tomamos el mando, recibimos un chute de luz y energía vital que nos aporta claridad y fuerza y voluntad. Somos capaces de decidir y decidir mejor. Podemos alinearnos con lo correcto para con los demás y también hacia nosotros.

Somos capaces de sentir quienes somos y empezar a actuar en coherencia desechando lo que no nos pertenece y nos hace daño e invirtiendo tiempo y esencia en lo que se nos da bien y nos hace sentir bien sin gran dificultad. Es un ejercicio de autoobservación que nos va a repercutir en beneficio de salud, de empoderamiento, de empezar a Sentir diferente. Un hacernos caso que conlleva responsabilidad y se traduce en satisfacción vital.

El poder de preguntarte sobre ti mismo – el inicio al autoconocimiento profundo

Hazte muchas preguntas interiores, observándote y contesta. Tu propio cuerpo a veces es capaz de contestarte antes que tu mismo, y lo hace de forma sincera, sin engaños, directamente desde el Sentir.

¿Soy lo que digo?
¿Soy lo que hago?
¿Soy lo que creen que soy?
¿Soy lo que pienso?
¿Soy lo que siento?
¿Soy lo que he elegido?
¿Soy libre?
¿Soy responsable, maduro?
¿Soy curioso?
¿Soy conformista?
¿Soy valiente?
¿Soy obediente?
Y ¿En que estado estoy?
¿Estoy en paz?
¿Estoy con angustia?
¿Estoy con nervios?
¿Estoy enfermo?
¿Estoy cansado?
¿Estoy maravillado?

Cuando vayas practicando podrás seguir haciendo otro tipo de ejercicios: con el péndulo que siempre sabes la respuesta, ante el espejo adoptando posturas, sonrisas, actitudes, haciendo pequeños retos en grupo: hoy hablo yo, hoy doy las gracias,…y viendo como cambian los resultados según yo siembro. ¿Qué pasa si hoy sonrío más?

Todo ello con vistas a poder analizar el personaje que ha estado manejando el cuento de mi vida para poder redirigir la historia hacia donde yo elijo.

Ya no solo en busca de un cuento con final feliz, sino de un camino vital satisfactorio, sereno y pleno.

Divierte y conócete con el apasionante juego de la auto-observación. Haz de la auto-observación un hábito en tu día a día.

¡ALURA! La magia de la vida está en la Alegría del Corazón.