Lo que más le debilita al mal es recibir luz. No los maldigas porque ya son malditos. Canaliza tu Dicha hacia ellos.

Mucha gente no lo percibirá a priori de la misma manera, porque tenemos muy arraigada la división, la separación entre bandos. Pero enviar luz a la oscuridad es también una manera de combatir. Es enfrentarse y afrontar de manera activa el reto de revertir la situación.

Sería importante tomar conciencia de ello. Solo tienes que comprobar lo que pasa en el mundo físico con la luz y la oscuridad. Como es arriba es abajo. Como es adentro es afuera.

Y no se trata de un «me quedo en mi vibración para permanecer inmaculado e imperturbable» y que la oscuridad no me afecte. Se trata de pasar a la acción y llenarse de barro. De tomar conciencia de nuestro gran poder. Elegir de forma consciente de que la luz y la verdad se pongan en marcha para generar orden y armonía. Se trata de responsabilidad. Una responsabilidad que supera el miedo y lo vence.

Cuando en las tinieblas encendemos nuestro faro, con ese gesto tan sencillo, ya colaboramos a debilitar a la oscuridad, y extrapolando al mal. Demostrando lo que somos, brillando en nuestro co-crear en la vida, vamos a ganar terreno inmediatamente sobre el mal.

La luz avanza empoderada y consciente e ilumina todo a su paso sin más remedio. La oscuridad se va a empequeñecer.
Si optamos por la actitud de maldecir a la oscuridad, la vamos a hacer mayor, vamos a añadir más leña al fuego. Y ese fuego ya está bastante maldito. No juguemos con sus armas.

Sin embargo, si hacemos el ejercicio consciente de enviar nuestra Dicha a ese personaje oscuro que estos momentos está generando caos y oscuridad, vamos a ayudar a reducirlo, porque no hay nada que «fastidie» más a la oscuridad que recibir una buena dosis de luz, de Dicha.

Nuestra energía, nuestra fuerza, los debilita. Por eso te recomendamos que practiques el envío de Dicha a la oscuridad. Si puedes, concéntrate en un personaje concreto en cada canalización.

Cierra los ojos. Piensa en él. Di su nombre. Visualízalo. Utiliza si hace falta una imagen de él. Y siéntelo junto a ti, en conexión. Es muy probable que sientas la energía oscura que lo envuelve, pero tú tienes el control.

Como saludo, envíale tu luz. Siente compasión, que no con lástima. Compasión, porque lo haces desde toda la pasión de tu Ser, desde el entusiasmo por la vida, desde el poder de saber quién eres y que debe ser.

Pon todo tu Ser de luz junto a él. El hechizo (o la desintegración del hechizo) empezará a surgir efecto. Decreta desde el corazón y envía tu Dicha, la que despliegas en tu mundo, en tu día a día. También hacia ese ser de oscuridad que ahora va a tener un halo de tu luz.

Compartir tu luz y tu dicha no te desgasta para nada. Cuando estás en dicha estás conectado directamente con la fuente, con la divinidad y tienes un suministro de dicha continuo, ilimitado.
¿Lo ves? ¿Lo sientes?
Al contrario, estarás creciendo en luz.

Colabora a debilitar a la oscuridad, que sin saber como, va a recibir ese rayo a modo de pequeña pero poderosa estocada de luz. Una chispa de Dicha que provocará que se avive un poco más la chispa divina que tiene ahogada el personaje oscuro en su interior. Estarás ayudando a que se abra un poco más le ventana a la conciencia que le permitirá poder cambiar. En el fondo están atrapados.

Si somos muchos, el avance de la luz será muy poderoso.

No olvides, sin embargo, que la acción se debe aplicar en todos los planos. No basta con enviar Dicha en la distancia. Hay que implicarse en Ser y generar Dicha a nuestro paso en cada momento de nuestra creación de realidad.

Tenemos que mantenernos en coherencia y sembrar Dicha a nuestro paso y hacer brillar nuestra luz.

Como hemos dicho, eso no se trata de tomar una actitud de «buenismo«. Debemos ser activos y delimitar con nuestra presencia los límites de la injusticia y sinsentido plantando cara y corazón conscientemente al mal para impedir que avance. No te olvides el aquí y el ahora, porque los tentáculos del mal están a tu alrededor, no únicamente en esos personajes que provocan la ola (o tsunami) del mal.

Mientras más serenos y en equilibrio estemos, mientras más plenos de espíritu nos sintamos, más poderosos estaremos para revertir la oscuridad de este mundo.

Haciendo caso omiso del mal, no ayudamos a disminuirlo. Maldiciendo y llenándonos de rabia y odio, lo hacemos todavía más poderoso, y nos debilitamos y desequilibramos cada vez más.

Solo sabiendo brillar y mostrando nuestra luz podemos sencillamente anular a la oscuridad. Así es sin remedio. Así ha sido y así será.

Cuando te proponemos practicar el envío de Dicha, no lo hacemos pensando solo en aquellos personajes completamente malditos y oscuros. También puedes aplicarlo en tu entorno cercano, cuando detectes un desequilibrio, en desarmonía, en alguien que este confuso o perdido.

De hecho, también puedes enviarte luz consciente y reequilibradora a ti mismo cuando detectes una desarmonía que puede ir desde un mal físico a una inquietud que descentre.

Lo mejor de todo es que cuando practicamos este «super poder», un don natural cuando estamos conectados con la fuente, con alegría de vivir, y coherentes con el Sentir, recibimos automáticamente la recompensa de plenitud en el pecho. Sentimos la grandeza y al alegría que se produce precisamente cuando hacemos lo que tenemos que hacer y nos damos al máximo.

Despliega pues tus alas de luz y píntale la cara a la oscuridad.

No hay nada que debilite más a un monstruo que hacerlo bello y amigable cuando le derretimos la careta del miedo.

¡Alura! La magia de la vida está en la Alegría del Corazón.